¿Por
qué tiene que ser así? ¿Por qué sólo se puede llegar a sentir eso en los sueños? ¿Qué pasa con la realidad? Un abrazo, una mirada. Ese momento, ese gesto que
hace que te sientas en las nubes. Llámalo paz, quizás tranquilidad, creo que se puede describir como una sensación imaginable para todas las personas.
A veces
se acompaña de esa voz. Esa voz tranquila y suave que te susurra al oído esos
versos de esa canción que tanto adoras. Unas notas perfectas se mezclan en tu
cabeza. Te impide concentrarte en otra cosa. Puede complementarse con ese
abrazo. Cuando sus brazos pasan por tu espalda y hace que te sientas parte de
algo. La ligera presión que hace hacia él, puedes notar que está ahí. Su cabeza
descansa sobre tu hombro derecho y tú cierras los ojos fuertemente, cerrando
tus puños. No quieres que eso acabe. Entonces es cuando una lágrima sale de tus
ojos, mientras que tus labios pronuncian un cálido ‘te quiero’.
¿Pero
qué ocurre después? Abres los ojos, alzas los brazos y ya nadie hay a tu
alrededor. Todo era producto de un sueño. Esa sensación de tranquilidad se ha
ido, pero no del todo. Un pequeño hilo aún recorre tu cuerpo. Piensas en lo que
ha ocurrido y te echas a llorar. De nuevo sientes cómo estás sola ante esa
oscuridad aterradora que te persigue cada noche. Sólo te deja disfrutar esos
instantes, producto de tu imaginación. Entonces sólo te queda preguntarte ¿Y
cuando volveré a soñar?