lunes, 27 de mayo de 2013

Sólo están permitidos los abrazos.

Estábamos los dos tumbados sobre la cama, sin articular palabra, uno al lado del otro, con la mirada hacia el techo, con ese punto de nerviosismo que nos caracterizaba. Pero decidimos sentarnos y apoyar la espalda en el cabecero sin saber aún qué hacer, un abrazo parecía romper ese momento incómodo. Yo no pude evitar comenzar a besar tu cuello, ascendiendo, hasta tu boca. Me senté sobre ti, tú me acercaste más aún poniendo tus manos en mi cadera. Aparecieron tus besos en el cuello y la pasión se desataba cada vez más, sólo había un problema, debíamos recordar las normas: “Sólo están permitidos los abrazos”.

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