viernes, 9 de junio de 2017

Abril

Sueñas constantemente con ver la aurora boreal a través de tu ventana, incluso llegar a tocarla con la punta de los dedos, pero no te das cuenta de que estás cegado por esas cuatro paredes que te impiden alzar los brazos.
Todo este tiempo has estado enganchado a ese fuego intermitente, intenso, placentero. Lo encontrabas confortable. Una habitación en calma dentro de todo ese caos que te rodeaba.
Controlador, más inteligente de lo que pensabas en algunos casos, aunque en otros le sobraba egoísmo. Su propio placer anulaba lo ajeno. Disfrutaba demasiado con esas sensación.
No te pido que lo entiendas, ni mucho menos que abril vuelva a mí. Simplemente piensa en enero, con sus gélidas mañanas, sus suspiros a media noche y la escarcha que se acumulaba en la galería que veíamos al despertar. Te sentirás vacío, sin fuerzas. Habrás perdido la batalla en la que pensabas haber triunfado. Sólo entonces te darás cuenta. Pero quizá, en ese momento, las hojas secas que permitían esa gran llamarada tiempo atrás, se habrán convertido en ceniza y no tendrás la fuerza suficiente para seguir brillando y deslumbrado a todo inferior a tu paso.

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