jueves, 7 de abril de 2016

Incendios de nieve

Crucemos el camino atravesando las zarzas. Así llegaremos al otro extremo, donde una pradera parece no tener final. Pocos serán los árboles que descansen en ese terreno, pero nos toparemos con un cambio de nivel. Coge mi mano y sube esa colina cuanto antes. Hará frío allí arriba. Consigamos provocar incendios de nieve, como dice la canción. Lleguemos a ese día en el que el miedo se caiga y ruede hasta el lago, para hundirse y permanecer en lo más profundo por la eternidad. Allí donde la luz tiene prohibido el paso.
Hagamos que las montañas griten de placer a nuestros pies. Permanezcamos en la cima, donde reina el silencio. Dejemos unos versos de Murakami grabados en esa piedra, junto a una rosa. Enseñemos a alguien a querer vivir. Deben conocer la parte más oscura de la luna, que sepan que está hecha de cristal. Conseguirán que brille más que nunca, reflejando los copos que caían del ciclo aquella tarde en la que nosotros cambiamos de opinión.

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